Extraño escenario nos presenta la Parashá de esta semana, Vaerá. En ella los protagonistas del relato «pretenden» hablar entre sí aún sabiendo ambos que el problema no es el diálogo. Este es aparentemente el relato de una «conversación entre sordos” en la que Moshé tartamudeando, usa la elocuencia de Aarón para «no ser escuchado por un faraón que dice no conocer al Dios que habla.»
Y sin embargo, estas “sorderas”, son de hecho portadoras, no sólo de una nueva comprensión de lo divino, de lo trascendente, sino del surgimiento de un valor revolucionario: nada menos que la Libertad.
El contexto descripto con detalles en Parashat Shmot, muestraque la crueldad de Faraón y la brutalidad de la esclavitud están empeorando. Nos encontramos en los ultimos versículos con la desazón de Moshé que, con un toque de reproche, le re-pregunta a Adonai sobre el significado de su misión que por el momento no sólo no tiene éxito, sino que tiene el efecto de derramar nuevas desgracias sobre sus hermanos Hebreos.
Comienza entonces Vaera, y como respuesta a su reclamo Moshé recibe el anuncio de la salida de Egipto y «Adonai» le pide que le exija al Faraón que deje ir a los hebreos.
Ante el pretexto de Moshé acerca de su incapacidad de lograr elocuencia y continuidad en su decir Dios fortalece la capacidad resolutiva de Moshé con un cambio aparentemente sutil en la trama del relato: le asigna un rol importante a Aarón y así confirma el carácter inapelable del proceso que se está desarrollando: el Faraón, a pesar de su obstinación se doblegará.
Los hermanos pasan a convertirese en líderes por derecho propio y se les asigna una doble misión: confrontar tanto a los oprimidos como a los opresores. Deben convencer al Faraón de que libere a los israelitas, y también deben convencer a los israelitas de que merecen ser libres.
La esclavitud ha pervertido tanto a los amos egipcios como a los esclavos israelitas, por lo que la tarea de Moshé y Aarón será la de destrozar el corazón endurecido del Faraón y restaurar confianza en los espíritus aplastados de los hijos de Israel.
En muchos sentidos, la segunda mitad de esta misión, lograr que los israelitas sean dignos de la libertad, fue la más difícil. Los años de cautiverio socavaron la confianza en sí mismos de los Hijos de Israel. Reconstruir el espíritu de su pueblo fue el desafío que enfrentaría Moshé por el resto de su vida.
Comienzan a desfilar las siete primeras plagas desde la sangre hasta el granizo.
Si leemos como un cuento esta porción del texto, intuimos ante cada plaga que la liberación será inminente, pero Moshé ya ha sido advertido:
“Mas Yo endureceré el corazón de Parhoh e incrementaré Mis señales y Mis portentos en la tierra de Egipto. Empero, no escuchará a vosotros Parhoh e impondré Mi poder en Egipto y sacaré a Mis ejércitos; a Mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con juicios punitivos, magnos. . Y tendrán conocimiento los egipcios de que Yo soy Adonai, cuando extienda Yo Mi poder sobre Egipto y libere a los hijos de Israel de en medio de ellos.”
De hecho, el Faraón no solo no tiene la intención de escuchar, sino que es precisamente la noción de un Dios que habla lo que rechaza todo su ser.
Y Moshé? Moshé se formula preguntas en relación a su propia capacidad de emitir palabra plena. Esta misión, naturalmente, lo lleva a evaluarse a sí mismo por el criterio de los resultados. Desde la zarza ardiente, el problema de Moshé no es sólo el de la comprensión divina; su principal preocupación es la de tener que llevar a cabo una misión para la que no se siente apto.
El Dios de los Patriarcas los guiaba en sus peregrinaciones en “modo promesa”, promesa privada de iniciar un camino:»Lej Lejá».
Estamos ahora en la dimensión del «Lej lahem, Ve para ellos, haz por ellos». El Dios que se reveló a Moshé en la zarza, ya no exige la única interioridad de la fe; define una enorme misión formateada para iniciar un hecho inédito en la historia de la humanidad. Nada menos que la salida hacia la libertad de un pueblo luchando contra un gran Imperio.
El texto nos muestra claramente el hecho de que aquí se invierte una de las conductas de nuestra in – humanidad: la opresión de los débiles por parte de los fuertes.
La misión de derrocar al tirano fue relativamente sencilla. La Torá requiere solo unos pocos capítulos cortos para guiarnos a través de las diez plagas y el cruce del Mar Rojo. Sin embargo la tarea de construir una nación libre fue mucho más complicada. Fue el trabajo de toda una vida.
Vaera en 2023 me sugiere que si uno simplemente elimina a un tirano y no reconstruye una nación, todo lo que hace es dar paso a otro régimen autocrático. La construcción de la nación, aunque a veces sea minimizada, sigue siendo un elemento esencial en todas las luchas contra la tiranía.
En la tradición judía, honramos los logros de Moshé llamándolo “Moshe Rabbeinu, Moisés nuestro maestro”, no porque nos condujo a la libertad, sino porque nos enseñó cómo ser libres. Aceptó la doble tarea, y al confrontar el orgullo y el poder de Faraón y el miedo y la desesperación de nuestro pueblo, se convirtió en el modelo de un líder que es capaz no sólo de derrocar la tiranía sino también de crear las condiciones para una libertad duradera.
En un mundo aún amenazado en distintas latitudes por dictadores de todos los signos, Moshé sigue siendo nuestro mayor maestro.
Que en nuestras palabras y nuestros actos podamos ser dignos discipulos de éste Maestro.
SHABAT SHALOM UMEBORAJ
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