HAAZINU: POEMA, LEGADO, HERENCIA. EL CANTO DEL CISNE DE MOSHE

Los  cisnes no cantan nunca; producen un sonido parecido a un graznido, como un ronquido sordo. Sin embargo,  la cultura popular sostiene que, justo antes de morir, esta ave emite un canto llamativamente melodioso como premonición de su propia muerte. 

A este canto se lo llama el canto del cisne.

Ha’azinu es el canto del  cisne de Moshé,  un poema, su discurso final al pueblo que lideró durante  40 años. Es un grito poderoso del corazón porque quiere asegurarse que la comunidad comprenda los principios básicos de lo que significa ser un israelita. Ha’azinu, es una advertencia para no limitar nuestro enfoque a nuestras vidas individuales. Ha’azinu es un llamado a reconocer cómo nuestras vidas y acciones individuales son parte de una historia mucho más grande.

Yehoshua Ben-Nun, el discípulo de Moshé, «se prepara  en el banco» y el viejo líder nos muestra su  fortaleza al poder mirar a su gente y la tierra que no ha de heredar, y desde esta perspectiva de aceptación y reconocimiento de la realidad cambiante, elevar su voz y legarnos Ha´azinu, este maravilloso poema que está incorporado en la  Parashá de esta semana y profetiza la historia del pueblo judío. Pasa por el éxodo de Egipto, la aceptación de la divinidad y la Torá, el pecado, el exilio, el perdón y el retorno a la tierra.

Este canto incluye cinco niveles: Moshé, el pueblo de Israel, Dios, el universo y, en última instancia, las generaciones futuras o los  lectores contemporáneos.

Es que en este momento culmine de su vida, Moshé aspira a ser escuchado por  una amplia audiencia,  mayor aún que la comunidad de Israel y en un bello versículo clama:

“Prestad oídos cielos, y voy a hablar; y que escuche la tierra los dichos de mi boca.  Goteará cual lluvia mi enseñanza, fluirá cual rocío mi dicho; cual llovizna sobre el césped y cual lluvia sobre la hierba”.

El comentarista medieval  Rashi,  atribuye  estas expresiones a la intención de Moshé de reforzar a través de una  descripción poética, que la  Torá es fuente de vida. Nuestros campos y nuestros cultivos necesitan  lluvia, lloviznas  y  rocío para nutrirse,  desarrollarse y crecer. Moshe espera que los hijos de Israel encuentren en la  Torá palabras que nos nutren y nos sostienen.

Y cuando el canto del cisne culmina,  cuando Moshé terminó de recitar todas estas palabras a todo Israel, les dice:

“Poned mientes a todas las palabras que yo pongo por testigo contra vosotros, el día de hoy; que habréis de prescribirlas a vuestros hijos, para cuidar, para cumplir, todas las palabras de la Torá, esta.  Pues  no cosa vacua es, de vosotros;  ya que ello es vuestra vida y con esta cosa prolongaréis días sobre la tierra, a la cual vosotros vais a cruzar el Iardén – allí- para poseerla”.

A medida que nuestro viaje a través del rollo de la Torá se acerca al final y al nuevo comienzo concomitantemente, es bueno preguntarnos: ¿qué significa tomar en serio la Torá, tal como Moshé nos instruye aquí?. ¿Qué significa observar fielmente todos los términos de sus enseñanzas para entender la Torá como «nuestra propia vida»?,

En mi humilde opinión significa que la única manera de hacer que la Torá sea  parte de nuestra vida es bailar con ella, a veces salvajemente y a veces suavemente, a veces con furia y a veces con ternura, a veces acunándola en nuestros brazos, a veces pasándola por la habitación de mano en mano. Significa abrirnos a la sabiduría de nuestros antepasados, y a su ocasional torpeza también. Significa abrazar la voluntad de estar equivocado, y la voluntad de estar en lo cierto, y la voluntad de seguir poniendo un pie delante del otro, paso a paso. Significa que en definitiva no somos poseedores ya de una verdad sino eternos buscadores de alguna verdad.

Porque de esto se  trata todo:  girarla y girarla, seguir cantando, enriqueciendo la melodía,  porque todo está dentro, sabiendo todo el tiempo que lo importante no es cómo caminamos por los senderos del judaísmo, sino, que nos importa lo suficiente como para seguir y seguir caminando.

En este Shabat Shuva en que leemos Parashat Ha´azinu tomemos este canto del  cisne de Moshé, su poema, su discurso final al pueblo que lideró durante  40 años, como un grito poderoso del corazón para no limitar nuestro enfoque sólo a nuestras vidas individuales. El canto de Moshé en Ha’azinu es un llamado a reconocer cómo nuestras vidas y acciones individuales son parte de una historia mucho más grande.

Que mediante palabras,  acciones, o simplemente por nuestra presencia en los momentos justos junto a los que queremos,  podamos expresarnos y salir de nuestros aislamientos elegidos. Que podamos seguir caminando hacia nuestros objetivos y encontremos dentro nuestro y apoyados por nuestros afectos, la fuerza y la entereza para atravesar una y otra colina.

Que podamos recalcular, cambiar el rumbo y seguir siendo quienes queremos ser, aun cuando esto signifique modificar proyectos propios o de otros.

En este Shabat previo a Yom Kipur veo  con claridad que este es el momento de renovar energía  para batallar por un mundo mejor.

Es la oportunidad de mantener conversaciones honestas y cuidadosas del otro.  

Tiempo de cantarnos las verdades aunque sean dolorosas y no dejar pasar lo que consideramos injusto. Es también el tiempo  de volver a desearnos un año de Salud, de plenitud y de sueños realizados, un año de tranquilidad y paz en nuestro país y en Medinat Israel.

SHABAT SHALOM UMEBORAJ!

LESHANA TOVA TIKATEVU VETEJATEMU!

Reflexiones en torno a Parashat Ha´azinu

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Los  cisnes no cantan nunca, sino que producen un sonido parecido a un graznido, como un ronquido sordo. Sin embargo,  la cultura popular sostiene que, justo antes de morir, esta ave emite un canto llamativamente melodioso como premonición de su propia muerte.  A este canto se lo llama el canto del cisne.

Antes de su separación del pueblo de Israel,  al que dirigió desde la esclavitud en Egipto hasta los límites mismos de  la Tierra Prometida, Moshé pronuncia sus discursos finales que se extienden  a lo largo de todo el  libro de Deuteronomio. Éste constituye  una revisión en profundidad de los años de su liderazgo, incluye la reseña  de los eventos formativos, una explicación de los mandamientos y preceptos  y la presentación del futuro curso que seguirán  los Hijos de Israel después de heredar la tierra.

Yehoshua Ben-Nun, el discípulo de Moshé, «se prepara  en el banco» y el viejo líder nos muestra su  fortaleza al poder mirar a su gente y la tierra que no ha de heredar, y desde esta perspectiva de aceptación y reconocimiento de la realidad cambiante, elevar su voz y legarnos Ha´azinu, que está incorporado en nuestra Parashá de esta semana y profetiza la historia del pueblo judío. Pasa por el éxodo de Egipto, la aceptación de la divinidad y la Torá, el pecado, el exilio, el perdón y el retorno a la tierra.

Ha’azinu es el canto del  cisne de Moshé,  un poema, su discurso final al pueblo que lideró durante  40 años. Es un grito poderoso del corazón porque quiere asegurarse que la comunidad comprenda los principios básicos de lo que significa ser un israelita. Ha’azinu, es una advertencia para no limitar nuestro enfoque a nuestras vidas individuales. Ha’azinu es un llamado a reconocer cómo nuestras vidas y acciones individuales son parte de una historia mucho más grande.

En este momento culminante, esta sección expresa su propia teología, que tiene amplias implicaciones. Si bien gran parte de Deuteronomio es una representación interpretativa de aspectos de la civilización israelita que ya conocemos, este canto incluye cinco niveles: Moshé, el pueblo de Israel, Dios, el universo y, en última instancia, las generaciones futuras o los  lectores contemporáneos.

Moshé aspira a ser escuchado por  una amplia audiencia,  mayor aún que la comunidad de Israel y en un bello versículo clama:

 

“Prestad oídos cielos, y voy a hablar; y que escuche la tierra los dichos de mi boca.  Goteará cual lluvia mi enseñanza, fluirá cual rocío mi dicho; cual llovizna sobre el césped y cual lluvia sobre la hierba”.

El comentarista medieval  Rashi,  atribuye  estas expresiones a la intención de Moshé de reforzar a través de una  descripción poética, que la  Torá es fuente de vida. Nuestros campos y nuestros cultivos necesitan  lluvia, lloviznas  y  rocío para nutrirse,  desarrollarse y crecer. Moshe espera que los hijos de Israel encuentren en la  Torá palabras que nos nutren y nos sostienen.

La celebración  de Sucot que comienza en dos días enfatiza  un tema similar: la Sucá es la metáfora. Dependemos de fuerzas que escapan a nuestro control. Las casas cálidas y la tecnología increíble que muchos de nosotros tenemos la suerte de tener pueden darnos una sensación de seguridad y poder y  hacernos sentir que tenemos acceso infinito al conocimiento, pero de hecho, todos somos en última instancia vulnerables. Vivimos en una exposición total y necesitamos un tipo de protección y orientación más trascendente.

Y cuando el canto del cisne culmina,  cuando Moshé terminó de recitar todas estas palabras a todo Israel, les dice:

“Poned mientes a todas las palabras que yo pongo por testigo contra vosotros, el día de hoy; que habréis de prescribirlas a vuestros hijos, para cuidar, para cumplir, todas las palabras de la Torá, esta.  Pues  no cosa vacua es, de vosotros;  ya que ello es vuestra vida y con esta cosa prolongaréis días sobre la tierra, a la cual vosotros vais a cruzar el Iardén – allí- para poseerla”.

A medida que nuestro viaje a través del rollo de la Torá se acerca al final y al nuevo comienzo concomitantemente, es bueno preguntarnos: ¿qué significa tomar en serio la Torá, tal como Moshé nos instruye aquí?. ¿Qué significa observar fielmente todos los términos de sus enseñanzas para entender la Torá como «nuestra propia vida»?,

En mi humilde opinión significa que la única manera de hacer que la Torá sea  parte de nuestra vida es bailar con ella, a veces salvajemente y a veces suavemente, a veces con furia y a veces con ternura, a veces acunándola en nuestros brazos, a veces pasándola por la habitación de mano en mano. Significa abrirnos a la sabiduría de nuestros antepasados, y a su ocasional torpeza también. Significa abrazar la voluntad de estar equivocado, y la voluntad de estar en lo cierto, y la voluntad de seguir poniendo un pie delante del otro, paso a paso. Significa que en definitiva no somos poseedores ya de una verdad sino eternos buscadores de alguna verdad.

 

Porque de esto se  trata todo:  girarla y girarla, seguir cantando, enriqueciendo la melodía,  porque todo está dentro, sabiendo todo el tiempo que lo importante no es cómo caminamos por los senderos del judaísmo, sino, que nos importa lo suficiente como para seguir y seguir caminando.

Shabat Shalom Umeboraj!