Falta de autoridad y violencia-responsabilidad colectiva e individual

Hay unos principios básicos expresados por el Prof. Joseph Schwab, en los que creo y que voy a sintetizar así:

Dondequiera que se presume que nos hallamos ante un proceso educativo, siempre hay    alguien que enseña,       alguien a quien se enseña y que se espera, está aprendiendo,      alguna materia que el maestro transmite a los educandos y a través de la cual espera provocar algún cambio sustantivo en el alumno, un entorno en el que este maestro y sus aprendices se encuentran, que propicia y autoriza el uso y la importancia de la materia.

Cuando decimos que la educación tiene éxito estamos diciendo, por lo menos, que existe una relación saludable y armoniosa entre estos cuatro elementos de la educación. Entonces, el fracaso consiste en lo contrario. La violencia en la escuela y la desautorización del maestro, son síntomas de fracaso educativo.

Estamos viviendo tiempos alterados e inmersos en una  sociedad que tolera cosas intolerables.

 

El deterioro de la convivencia que se vive en las aulas es la expresión mas clara  que algo no anda bien en nuestra sociedad y se traslada automáticamente a un ámbito tan importante como es la escuela, que lejos de ser el marco en el que preparamos para la vida, constituye el espacio en el que se desarrolla cotidianamente una buena parte de la vida de los educandos. 

La violencia que irrumpe de muchas maneras diferentes es reflejo de la agresividad que se respira en la sociedad y de la delegación en la escuela de lo que siempre ha sido indelegable de la familia la formación en valores y convicciones.

Vivimos confundidos y confundiendo: Confundimos autoridad con autoritarismo y no hacemos lo suficiente para que en el ámbito educativo, en el hogar, en la calle se logre distinguir entre estos dos conceptos y actuar en consecuencia, restituyéndole a la norma el valor que tiene que tener.

Se ha desvirtuado el concepto de autoridad.  La escuela como institución es un centro de aprendizaje, en el que los vínculos entre docentes y alumnos no son simétricos.  En la escuela el profesor está para enseñar  y para formar,  y el alumno para aprender.

 La particular manera en que nuestra sociedad encara, en los últimos tiempos,  la resolución de sus conflictos más importantes, incluye una cuota excesiva de violencia casi incontrolable.   El diálogo y la legalidad no son los modelos que priman en la actualidad. Laviolencia aparece muy a menudo como modelo para resolver la diferencia de intereses. Esa misma violencia es expuesta a menudo  de la manera mas obscena posible por los medios de comunicación y  se presenta como el sustrato cotidiano sobre el que construyen la subjetividad niños y jóvenes.

Todos esto es el resultado de un proceso de larga data, quizás con alertas y llamadas de atención que no fueron significadas en su debido momento, por la familia, por las instituciones por cada uno de nosotros.

Y muchos de nosotros hemos perdido de vista los límites entre lo bueno y lo malo.

Dice el salmista.

1 Dios,  ¿quién habitará en tu tabernáculo?   ¿Quién morará en tu monte santo?
2 El que anda en integridad y hace justicia,  
 Y habla verdad en su corazón.
3 El que no calumnia con su lengua,
 Ni hace mal a su prójimo,
 Ni admite reproche alguno contra su vecino.
4 Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,  pero honra a los que temen a Dios.
 El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;
5 Quien su dinero no dio a usura,
 Ni contra el inocente admitió cohecho.  El que hace estas cosas, no resbalará jamás.

 Somos lo que es el deseo que nos impulsa. Aquello que deseamos ser modela nuestra voluntad. Nuestra voluntad se refleja en nuestros actos.

…y nuestros actos,  para los creyentes, como bien lo expresara el Rey David, modelan nuestro destino.  

 No nos olvidemos que aunque no nos parezca, ellos, nuestros alumnos, nuestro hijos, nuestros nietos, nos miran a nosotros para encontrar un espejo en el que verse reflejados.