Releyendo Parshat Hukat

Una de las fortalezas mas grandes que tenemos como  pueblo, reside en nuestra capacidad de  utilizar nuestra tradición como una fuente renovadora  de  nuestra herencia, especialmente cuando la transmitimos de generación en generación.

Los judíos  tenemos una relación viva con nuestro pasado. La historia judía, las tradiciones judías, y las memorias judías no se colocan en museos y bibliotecas para ser investigadas por  eruditos.  Ellas forman parte de la vida cotidiana de nuestra gente. Cuándo estudiamos nuestros textos sagrados, narramos una y otra vez nuestra historia,  celebramos nuestros éxitos  o lloramos nuestras pérdidas, procuramos establecer profundas conexiones personales con la tradición de nuestro Pueblo. Así es como en cada una de las experiencias vitales que nos tocan atravesar ganamos una comprensión y una apreciación más profundas de la riqueza y  la fuerza que encierra la vida judía.

Cada generación tiene la necesidades de  renovar el judaísmo según su visión y sus preocupaciones.  Para enseñar judaísmo a nuestros niños, jóvenes y las familias, necesitamos que sea  vivo para nosotros mismos.

Cada generación hace preguntas nuevas y trae sus propias  preocupaciones e interrogantes al  momento de interpretar y comprender  nuestras fuentes tradicionales y las  costumbres, normas, decretos y preceptos que de ellas se desprenden. Este hecho, indudablemente genera una dinámica de diálogo permanente con el texto.

Hukat contiene  ricos temas sobre los cuales podría detenerme.

El JOK referente a la vaca roja, luego  muchas regulaciones referentes a tahor (ritualmente puro) y tame(ritualmente impuros), la muerte de Miriam, el reclamo del pueblo por la falta de agua y la reacción de Moshe y Aron, con sus consecuencias. Los Edomitas rehusando permitirles a los hijos de Israel pasar por su territorio, la muerte de  Aaron  en  la cumbre del Monte Hor, Israel desafiando al Rey de Arad y destruyendo sus ciudades, la plaga que requirió de la serpiente de bronce y finalmente la batalla entre los reyes de Sehón y Og.

Elegí en el Shabat que terminó ayer detenerme solo en uno de estos temas que  refleja sin lugar a dudas nuestra relación dinámica con el texto bíblico tal como la plantee al comenzar.

Leemos acerca de la muerte de Miriam, la  hermana de Moshe (Números 20:1).

El versículo que continua inmediatamente nos enfrenta con  la falta de agua para beber (Números 20:2). La asociación de estos dos acontecimientos proporcionó la base sobre la que los sabios del Talmud construyeron una  hermosa leyenda  acerca del abundante manantial de  agua dulce que siguió a  Miriam en el trayecto  con su pueblo a través del desierto.

Mientras Miriam vivió esta  fuente de agua viva sostuvo a las personas, les dio fuerza y esperanza para seguir. El texto nos sugiere que esta fuente,   sin embargo, se secó  con su muerte (Rashi en Números 20:2; B. Ta’anit 9a; Shir Hashirim Rabba 4:14, 27).

Esta leyenda acentúa la importancia de Miriam durante  los cuarenta años que nuestro Pueblo vago por el  desierto y la presenta como una socia plena de  sus hermanos, Moshe y Aaron.

Su valor y su entusiasmo sostuvieron a nuestra gente. Su muerte constituyó un quebranto para nuestros antepasados y  especialmente para sus dos hermanos. La  Torá subraya este punto diciéndonos que casi inmediatamente después de su muerte, Moses y Aaron son agobiados por el desafío del Pueblo para proporcionarles agua para beber.

Recientemente, este Midrash ha tomado un significado nuevo. Vivimos en un tiempo en que  las mujeres estamos trabajando y acompañando  codo a codo a los hombres,  como nunca antes,   en tareas de liderazgo .

En la búsqueda de maneras de reconocer esta nueva realidad y reflejarla en una  tradición viva,  la historia de Miriam y de la fuente de agua que la acompañó nos brinda una maravillosa  oportunidad. Hoy, en muchos Sedarim  contemporáneos incorporamos  una  nueva costumbre. Colocamos sobre nuestras mesas una copa con agua, que representa la fuente de Miriam. Este símbolo nos proporciona la oportunidad de hablar acerca del significado de Miriam y del rol central que las mujeres desempeñaron en la historia del Éxodo, momento fundacional por excelencia de nuestro pueblo como tal y al que referimos en cada celebración.

Kos Miriam, la Copa de Miriam nos ayuda a revivir el relato recordándonos que personas reales y familias reales, experimentaron y protagonizaron ietziat mitzraim y la larga travesía por el desierto. Nos enseña acerca del poder imprescindible y vivificador de  tener líderes justos.

Vivimos en  tiempos de cambios  vertiginosos e increíbles. ¿Quién podría haber predicho las tragedias y triunfos que atravesó nuestro Pueblo durante el siglo pasado? Los descubrimientos de la ciencia, los cambios políticos y en la  economía de nuestro mundo constituyen nuevos  e inesperados desafíos   para todas las personas de bien que habitan nuestro planeta todas personas.

Como judíos vivimos también en un período del crecimiento y de  creatividad extraordinarios que nos convoca a enfrentar  estos desafíos. Somos afortunados por poseer una herencia rica y profunda  que a menudo, y de  maneras sorprendentes, nos  ayuda a ligar nuestras preocupaciones  presentes con la fuente de  aguas vivas que emana de nuestros textos y de nuestra  la tradición. Tal vez ya deberíamos decir de nuestras tradiciones, asumiendo activamente la riqueza texturada que nos aporta la diversidad que nos habita como colectivo.