Vayishlaj: HERMANOS: CONFLICTO, REENCUENTRO Y REPARACIÓN

En su libro “El arte de amar” Erich Fromm escribe así acerca del amor fraternal

“La clase más fundamental de amor, básica en todos los tipos de amor, es el amor fraternal. Por él se entiende el sentido de responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento con respecto a cualquier otro ser humano, el deseo de promover su vida. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se realiza la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, de reparación humana”.

Vayisdescargahlaj, la porción de la Torá que leemos este Shabat contiene la historia de la reconciliación entre los hijos de Itzjak: Yaakov y Esav.
Comienza el relato con Yaakov enviando emisarios a su hermano, para tantear cuál será su respuesta ante su planificado regreso a su tierra natal.

Ciertamente Yaakov teme. Después de todo, sabe que su “huida” del hogar paterno hacia la casa de su primo estuvo signada por el engaño a su padre y el “robo” de la bendición que le correspondía a su hermano. El hecho que envía una increíble variedad de regalos a Esav como preludio de su visita, indica una manera de iniciar el proceso de disculpas.
Yaakov, de hecho, regresa con más riqueza de la que él mismo podría haber imaginado. Pero el texto nos referencia que en medio de los preparativos para el “reencuentro con su hermano” a pesar de tener “todo”, una familia numerosa y un gran patrimonio , Yaakov organiza a su “todo” de forma tal que se queda solo pernoctando en el campamento. (Bereshit 32:25).
Allí , se encuentra envuelto en un combate con un ser divino. Luchó con la figura angelical toda la noche y dejó el combate espiritualmente mejorado pero físicamente disminuido. Amanece, y Yaakov se niega a dejar de luchar hasta ser bendecido, ya través de la bendición que recibe, se transforma:

«Tu nombre ya no será Yaakov, sino Israel …» (Génesis 32.29).

Recibió un nuevo nombre, «Israel», que se interpreta como «el que lucha con seres divinos y humanos y prevalece». Pero también dejó el encuentro con una lesión en la cadera.
Cuando finalmente se reencuentra con Esav, ya no es el joven “mimado” que está dispuesto a aprovecharse de su hermano, sino un hombre maduro, que porta las cicatrices de la vida. En última instancia, Yaakov cambia, crece y se convierte en Israel.
La re-unión de los hermanos fue un encuentro emotivo:

“Corrió Esav a su encuentro y le abrazó, se echó sobre su cuello y le besó y ellos lloraron”.

Nos son necesarias más palabras. Hay un abrazo y un llanto compartido. La reconciliación aparece con fuerza . Aquí, vemos claramente que va de la mano de la madurez espiritual y el crecimiento emocional.
Aunque el tiempo que pasaron juntos fue breve y Yaakov rechazó cortésmente la oferta de su hermano de reunirse con él en su campamento en Seir, la Parasha insinúa la firmeza de su reconciliación al relatar que juntos enterraron a su padre, Itzjak (35:28).
Pocas dificultades son tan significativas en nuestras vidas como nuestros conflictos con los integrantes de nuestra familia. Nuestras experiencias sentidas más profundas son las de amor y pérdidas familiares, las de rivalidad y reconciliación, las de vínculos perturbados y el reencuentro sosegado.

De las historias de los hermanos Yaacov y Esav, y de la historia de los hijos de Yaakov que cierran el libro de Bereshit, aprendemos siempre algo más . Las relaciones fraternales y las acciones que de ellas se desprenden son complejas.

Quiénes y cómo somos se traduce en primera instancia en la manera en que manejamos los vínculos con nuestros padres, hermanos, cónyuges e hijos. Nuestra capacidad de ir más allá de nuestras discrepancias hacia una actitud de aceptación y afecto es el reflejo de nuestro crecimiento como seres humanos.

Cada generación de hermanos en la saga familiar del libro de Bereshit fue desgarrada por sentimientos de celos y enojo y cada generación fue unida finalmente por un sentido de lealtad y afecto familiar, de unión, de reparación, de compromiso, solidaridad y responsabilidad mutua.

Shabat Shalom Umeboraj!

Reflexiones en torno a Parashat Ha´azinu

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Los  cisnes no cantan nunca, sino que producen un sonido parecido a un graznido, como un ronquido sordo. Sin embargo,  la cultura popular sostiene que, justo antes de morir, esta ave emite un canto llamativamente melodioso como premonición de su propia muerte.  A este canto se lo llama el canto del cisne.

Antes de su separación del pueblo de Israel,  al que dirigió desde la esclavitud en Egipto hasta los límites mismos de  la Tierra Prometida, Moshé pronuncia sus discursos finales que se extienden  a lo largo de todo el  libro de Deuteronomio. Éste constituye  una revisión en profundidad de los años de su liderazgo, incluye la reseña  de los eventos formativos, una explicación de los mandamientos y preceptos  y la presentación del futuro curso que seguirán  los Hijos de Israel después de heredar la tierra.

Yehoshua Ben-Nun, el discípulo de Moshé, «se prepara  en el banco» y el viejo líder nos muestra su  fortaleza al poder mirar a su gente y la tierra que no ha de heredar, y desde esta perspectiva de aceptación y reconocimiento de la realidad cambiante, elevar su voz y legarnos Ha´azinu, que está incorporado en nuestra Parashá de esta semana y profetiza la historia del pueblo judío. Pasa por el éxodo de Egipto, la aceptación de la divinidad y la Torá, el pecado, el exilio, el perdón y el retorno a la tierra.

Ha’azinu es el canto del  cisne de Moshé,  un poema, su discurso final al pueblo que lideró durante  40 años. Es un grito poderoso del corazón porque quiere asegurarse que la comunidad comprenda los principios básicos de lo que significa ser un israelita. Ha’azinu, es una advertencia para no limitar nuestro enfoque a nuestras vidas individuales. Ha’azinu es un llamado a reconocer cómo nuestras vidas y acciones individuales son parte de una historia mucho más grande.

En este momento culminante, esta sección expresa su propia teología, que tiene amplias implicaciones. Si bien gran parte de Deuteronomio es una representación interpretativa de aspectos de la civilización israelita que ya conocemos, este canto incluye cinco niveles: Moshé, el pueblo de Israel, Dios, el universo y, en última instancia, las generaciones futuras o los  lectores contemporáneos.

Moshé aspira a ser escuchado por  una amplia audiencia,  mayor aún que la comunidad de Israel y en un bello versículo clama:

 

“Prestad oídos cielos, y voy a hablar; y que escuche la tierra los dichos de mi boca.  Goteará cual lluvia mi enseñanza, fluirá cual rocío mi dicho; cual llovizna sobre el césped y cual lluvia sobre la hierba”.

El comentarista medieval  Rashi,  atribuye  estas expresiones a la intención de Moshé de reforzar a través de una  descripción poética, que la  Torá es fuente de vida. Nuestros campos y nuestros cultivos necesitan  lluvia, lloviznas  y  rocío para nutrirse,  desarrollarse y crecer. Moshe espera que los hijos de Israel encuentren en la  Torá palabras que nos nutren y nos sostienen.

La celebración  de Sucot que comienza en dos días enfatiza  un tema similar: la Sucá es la metáfora. Dependemos de fuerzas que escapan a nuestro control. Las casas cálidas y la tecnología increíble que muchos de nosotros tenemos la suerte de tener pueden darnos una sensación de seguridad y poder y  hacernos sentir que tenemos acceso infinito al conocimiento, pero de hecho, todos somos en última instancia vulnerables. Vivimos en una exposición total y necesitamos un tipo de protección y orientación más trascendente.

Y cuando el canto del cisne culmina,  cuando Moshé terminó de recitar todas estas palabras a todo Israel, les dice:

“Poned mientes a todas las palabras que yo pongo por testigo contra vosotros, el día de hoy; que habréis de prescribirlas a vuestros hijos, para cuidar, para cumplir, todas las palabras de la Torá, esta.  Pues  no cosa vacua es, de vosotros;  ya que ello es vuestra vida y con esta cosa prolongaréis días sobre la tierra, a la cual vosotros vais a cruzar el Iardén – allí- para poseerla”.

A medida que nuestro viaje a través del rollo de la Torá se acerca al final y al nuevo comienzo concomitantemente, es bueno preguntarnos: ¿qué significa tomar en serio la Torá, tal como Moshé nos instruye aquí?. ¿Qué significa observar fielmente todos los términos de sus enseñanzas para entender la Torá como «nuestra propia vida»?,

En mi humilde opinión significa que la única manera de hacer que la Torá sea  parte de nuestra vida es bailar con ella, a veces salvajemente y a veces suavemente, a veces con furia y a veces con ternura, a veces acunándola en nuestros brazos, a veces pasándola por la habitación de mano en mano. Significa abrirnos a la sabiduría de nuestros antepasados, y a su ocasional torpeza también. Significa abrazar la voluntad de estar equivocado, y la voluntad de estar en lo cierto, y la voluntad de seguir poniendo un pie delante del otro, paso a paso. Significa que en definitiva no somos poseedores ya de una verdad sino eternos buscadores de alguna verdad.

 

Porque de esto se  trata todo:  girarla y girarla, seguir cantando, enriqueciendo la melodía,  porque todo está dentro, sabiendo todo el tiempo que lo importante no es cómo caminamos por los senderos del judaísmo, sino, que nos importa lo suficiente como para seguir y seguir caminando.

Shabat Shalom Umeboraj!

Conducta «RELIGIOSA»

Traition Today: Defining a religious Jew

Tuve la satisfacción de participar de algunos cursos que dictó el Rabino Reuven Hammer, tanto en Jerusalem, como en otras latitudes.

 En tiempos de tanta confusión respecto de quien es y quien no es «estrictamente observante del judaísmo»,  vale la pena leer sus reflexiones, (aunque haya que hacerlo con el diccionario Ingles-español, a mano)