PARASHAT EKEV . CAUSAS Y EFECTOS. ¿Y NOSOTROS HOY?

Los textos del libro de D’varim, Deuteronomio, son potentes en señalar causa y efecto. ‘Es por vosotros que Dios también se enojó conmigo’, dice Moshé al pueblo, al comienzo del quinto tomo del Pentateuco.   

En la Parashá de esta semana, EKEV, se nos dice repetidamente que la consecuencia de la obediencia será el favor y la bendición, la fertilidad, la buena salud y la victoria militar; en tanto la consecuencia del olvido, la soberbia, la idolatría y más…serán la destrucción.

La Parashá  integra el “discurso/legado” recitado por Moshé en las vísperas del cambio de liderazgo y la entrada de los hijos de Israel a la Tierra Prometida. En sus palabras, dirigidas  al pueblo, en el punto de transición entre el desierto y el asentamiento permanente,  enfatiza el peligro de la angustia social, la que puede resultar del olvido de los dos principios básicos que unen al colectivo:

1.  la narrativa común basada en la cadena de generaciones y

2. la necesaria, e imprescindible alianza  moral e ideológica que debería manifestarse  en la vida cotidiana.

Así, Moshé teje las memorias del pueblo que comenzó en una casa de esclavos, continuó con la experiencia colectiva del Pacto en Sinaí, y terminó con el deseo y la determinación de  establecerse en la Tierra de Israel.

Cual si fuera un trabajo de orfebrería, en proceso, después  de recordarnos los hechos  que nos constituyeron como comunidad de sentido,  el líder aborda  la necesaria  construcción y  recreación continua de  los cimientos del que será el hogar común; cimientos sustentados en valores morales, en una ética reflexiva de la conducta con los otros.

Cimientos que nos unen tanto a quienes nacimos dentro del «colectivo», como a quienes por propia decisión elegimos pertenecer a él, a todos quienes hoy habitan el hogar común y a quienes simbólicamente dirigiendo nuestras miradas y pensamientos en forma permanente a lo que en ella ocurre, sabemos que es nuestra «casa abierta» nuestro hogar como nación.

Es importante sentir la  pertenencia  a un grupo humano unido para permitir que exista el largo plazo.

Este es nuestro caso: no somos individuos aislados, somos miembros de un pueblo cuyos valores fundamentales compartimos. De generación en generación, seguimos siendo parte de este pueblo.

Muchas veces caemos en la trampa de los éxitos ocasionales que nos hacen magnificar nuestro ego, creer sólo en nosotros mismos y así abandonamos nuestros compromisos.

En estos días, mientras en Medinat Israel y en buena parte del mundo,  estamos expuestos a la soberbia  y a  la arrogancia de quienes detentan el poder, conducta que  se está extendiendo como un flagelo, debemos recordar que la mentira, la impunidad y la corrupción son  simplemente síntomas de un problema social más amplio,  inherente a la pérdida del real sentido  del entramado común,  del abandono de la relevancia que tienen la memoria, la historia y las visiones compartidas  y de la obscena petulancia de muchos líderes y gobernantes, que sin ningún tipo de pudor muestran insolente y provocativamente su falta  de compromiso con  los ideales  de solidaridad, justicia, igualdad ante la ley y valoración de la cultura del esfuerzo,

Más allá de los procesos de retribución, premio y castigo que se mencionan en Ekev, quiero destacar, que esta Parashá nos convoca a levantar vuelo y a  enfrentar la realidad mientras recordamos un pasado y un legado  común y apoyamos  a los liderazgos que están orientados por el compromiso con los valores que surgen de nuestras fuentes.

Que tengamos todos un Shabat de real desconexión de todo lo que nos preocupa y podamos con Salud, recuperar fuerzas para seguir soñando con lograr nuestros objetivos y propósitos más caros, caminando siempre hacia adelante.

Abrazos.

¡SHABAT SHALOM UMEBORAJ!