SHLAJ LEJA 2023. Avanzar a pesar del miedo y atravesarlo.

Cada año volvemos a leer acerca del éxodo, la revelación en Sinaí, la construcción de un espacio sagrado “portátil” las tribulaciones del pueblo en el desierto, las quejas, las rebeliones, los enojos, los miedos y la evidencia, una y otra vez, de que no estamos listos para avanzar con celeridad y arrojo, o tan rápido como supusimos que podríamos hacerlo. ¿ Es que alguna vez estaremos totalmente listos, preparados, con certezas absolutas?

En los viajes de nuestra vida, nos topamos casi sin excepciones, con temores, desconfianza, limitaciones y sospechas, a punto tal que esos miedos nos impiden muchas veces, convertirnos en las personas que aspiramos y anhelamos ser.

Cuando fallamos en completar un proyecto, tal como lo soñamos, corremos el riesgo de caer en la trampa furtiva de la culpa y de auto castigarnos.   Experimentamos una incomodidad que bloquea nuestra capacidad de reacción. ¿Pero, de qué somos realmente culpables?. ¿De cometer errores? ¿No poder realizar las correcciones necesarias? ¿O simplemente de ceder a nuestras emociones en lugar de acogerlas y canalizarlas?

En la parashá de esta semana, Shlaj Leja, leemos acerca de los “exploradores” enviados para investigar la tierra de Canaán. Son 12. Salen y recorren la tierra, y lo que encuentran allí los asombra y al mismo tiempo los angustia.

Los habitantes son numerosos; las personas son, para ellos, gigantescas y poderosas, las ciudades grandes y fortificadas; incluso los racimos de uvas que cortan son enormes: tan grandes que deben ser transportados montados sobre un tronco por dos hombres adultos. Regresan después de cuarenta días de su misión e informan y traen frutos del país tal como se les pidió.

El informe que brindan al regresar es categórico: «Llegamos a la tierra a la que nos enviaste y mana en ella leche y miel. Pero el pueblo que la habita es más fuerte que nosotros, no podremos subir allí, (no podremos con ellos), nos sentimos ante sus ojos como langostas».
Diez de ellos aseguran que quienes viven en la tierra son fuertes, y que los israelitas no podrán conquistarla.

Sólo Yehoshua Ben Nun y Caleb Ben Yefuneh intentan confortar el espíritu de la gente, inspirando confianza en sus posibilidades de ascender a la tierra y conquistarla

El informe es atemorizante. En el Pueblo se hace carne el miedo, se quejan, se rebelan, plantean que es mejor morir en el desierto o incluso retornar a la esclavitud en Egipto.

Ante la ira divina por la reacción del pueblo, Moshe ruega y logra salvar a Israel de las terribles consecuencias que se avizoran ya que argumenta con convicción, tal como un líder debe hacer, para que la misericordia prime sobre el rigor.
Logra su cometido y el texto nos trae esta hermosa expresión que recitamos cada año durante Yom Kipur “Salajti kidvareja, «Perdone, como pediste».
Sin embargo no hay impunidad, el castigo para este pueblo que no logra aún despojarse de su Egipto interno, que no encuentra en sí mismo la capacidad para hacer frente a las dificultades implícitas en el proceso para lograr sus objetivos es contundente. Permanecerán en el desierto durante cuarenta años, un año por cada día en que los «exploradores» recorrieron la tierra, hasta que la generación que «tira con facilidad la toalla», a punto tal de expresar que desea regresar a Egipto, muera.

Esta es la generación del desierto. La que nos confronta con la realidad. La que nos muestra que el miedo a lo desconocido es humano y ancestral. Por eso considero que esta porción de la Torá nos llama a tener compasión, respeto y comprensión por el miedo: por el nuestro y por el de quienes nos rodean.

Con frecuencia nos exaspera ver que alguien querido duda ante un desafío o se abstiene de dar un salto hacia el crecimiento y la madurez. En otras ocasiones nos parece abrumador lo que otros describen como insignificante.

Pocas veces podemos estar a la altura del ejemplo establecido por Yehoshua Ben Nun y Caleb Ben Yefuneh.

La Torá no nos dice que ellos dos no sintieron miedo; pero sí nos sugiere que su fe y su confianza en las posibilidades de actuar en conjunto en pos de los objetivos que tenian por delante, eclipsó su temor. Querían seguir avanzando, a pesar de él porque creían que había mucho por lograr allí donde se dirigían.

Y ambos llegaron a la Tierra de Canaan. No sucumbieron en el desierto.

El relato de los 12 exploradores en Parashat Shlaj Leja nos conmina a mirar hacia nuestro interior, a juzgarnos y juzgar a los otros con mirada misericordiosa, a visualizar dónde estamos y cómo estamos.

Esta Parashá nos insta a no dar lugar a la auto-indulgencia y abandonar nuestras metas; a plantearnos cambios y mejoras, aun cuando antes tengamos que hacernos cargo de sentir lo que sentimos, de poseer y habitar nuestro miedo y tal vez quedarnos atrapados allí por un momento, para así finalmente dar el salto para entrar en una nueva aventura, no sin miedo sino a través de él.

Shabat Shalom Umeboraj