Neilá 5769: Portones que se cierran, puertas que se abren, pongámonos los zapatos y recomencemos a caminar

Es el crepúsculo. En Ierushalaim, en esta época del año, la brisa otoñal sopla.

Un hombre corre por las callejuelas doradas de la ciudad hacia el Beit Hamikdash, quiere ofrecer su sacrificio, pero debe apresurarse, los portones cerrarán cuando termine de caer el día, y ya no tendrá oportunidad de agradecer, o tal vez de pedir o de alabar. 

Es el crepúsculo, pasaron más de dos mil años y no estamos en Ierushalaim, pero en este día y a esta hora sentimos esa misma ansiedad que hacía apresurarse a nuestro amigo. 

Es el crepúsculo.

El tiempo que no es ni día ni noche.  El tiempo llamado bein haarbaim, entre los atardeceres,  en la Tora.  Bein hashmashot, entre las luminarias,  en el pensamiento rabínico, un tiempo suspendido en el entretiempo que no es de ninguno de los dos astros, ni del sol ni de la luna.

Es en este tiempo de ocaso, que no pertenece ni al día ni a la noche, hacia el final de Yom Kipur, que comienza Neila, el quinto y último servicio de esta larga jornada en que nos hemos tornado hacia nuestro interior.  

Neila, la plegaria,  que recibe su nombre de la frase neilat sha’ar, el cierre del portón.  En apenas un momento diremos:  P’tach lanu sha’ar, beet neilat sha’ar, ki fana yom,

Ábrenos tus puertas de misericordia, ahora que se cierran las puertas; pues el día se extingue. 

En el Talmud se registra un contraste de pareceres entre dos maestros que interpretan la expresión Neilat Shaar: “Rav dice: Significa el cierre de las puertas del cielo.  Y Rabí Yohanan dice: “Es el cierre de las puertas del templo.” (Hacia las que corría nuestro amigo)   

Rabí Yohanan recordaba los tiempos en que el templo de Ierushalaim estaba de pie.

Cada día los portones cerraban antes del oscurecer, y así cada judío tenia un plazo establecido para llegar.

Imaginen la urgencia en cada paso de quien  deseaba elevar una última plegaria en el día o un sacrificio antes de que las puertas del gran templo se cerraran. Se clausuraran. 

Y en el día de Yom Kipur… con tan poco tiempo que quedaba para ser perdonado, cuánto mas importante era ese último sacrificio.  

Dicen nuestros sabios que el Mikdash terrenal, se reflejaba como en un espejo en el templo celestial.  

Cuando las sólidas puertas se cerraban en Ierushalaim, así también Shaarei Shamaim, las puertas celestiales se cerraban en perfecta comunión.  

Con la destrucción del Templo, sólo nos quedaron Shaarei Shamaim. Por eso Rav nos sugiere mirar hacia arriba. Es la puerta de los cielos la que debe atravesar nuestra última plegaria de Yom Kipur.  

Ahora, cuando el día declina cada uno de nosotros se siente como aquel judío, en Ierushalaim, hace casi 2000 años.

Sentimos la respiración agitada de quien corre a través de las callejuelas  orientado por  los dorados reflejos  de Jerusalén hacia el templo, afinando sus oídos, esperando no escuchar aun, el fuerte sonido de las  grandes bisagras que al girar resuenan hasta Ierijó. 

Es Bein Haarvaim, Bein Hashmashot, cuando aun es Yom Kipur, tiempo sagrado y consagrado, y sin embargo ya estamos de cara al día de mañana, día de jol de tiempo común.

Neila en el ocaso  del día, lleva en su corazón la esencia misma de Yom Kipur. 

Por veinticinco horas hemos existido en un tiempo que no es tiempo, entre el cielo y la tierra, entre este mundo y el por venir.

Durante  veinticinco horas nos hemos retirado casi al  borde de este mundo.  Al principio del día teníamos fuerza, pero a medida que el día transcurrió, nuestra fuerza declinó y nuestras plegarias, en algún sentido, se han hecho más fervientes, más fuertes.  

Izkor en Yom Kipur es tanto mas fuerte que en Shalosh Regalim,   porque ahora, como en ninguna otra hora, la distancia que media entre nosotros que estamos acá y vivos, y aquellos que hemos amado y perdido es liviana, etérea, casi transparente.  

Hemos cantado juntos Unetane Tokef, y nos contactamos con la fragilidad de nuestra vida. Ahora, en este tiempo intermedio tenemos que tomar las decisiones para cambiar lo que debe ser cambiado, para que en el año que se inicia podamos obrar y actuar, como lo que somos, socios en la tarea de creación continua y logremos esforzarnos en reparar aquello que deba ser reparado en este mundo quebrado en el que habitamos.  

En este momento estamos más frágiles y necesitados que al comienzo de nuestro tzom.  

Nuestra plegaria está ahora  impregnada  de necesidad. Neila, el cierre de las puertas, es un momento muy potente de nuestra tefila, no sólo porque nuestro estómago está vacío y muchos de nosotros permanecimos en el templo todo el día, sino porque Neila es de muchas maneras un momento desesperado, una oportunidad para no dejar pasar! 

El  rabino Milton Steinberg escribió: Cuando nacemos  se abre  antes nosotros un pasillo con muchas puertas.  Y a lo largo de nuestras vidas atravesamos este pasillo, pero  no siempre abrimos cada puerta. En este sentido Neila nos señala que la puerta del templo celestial se cierra, pero Neila es también  el estímulo para que  nos animemos a abrir las puertas que aun no hemos abierto. Tenemos que  hacerlo antes que se cierren definitivamente. 

Hemos dedicado las últimas horas a la plegaria, al estudio, a mirarnos en nuestra propia desnudez. Pronto estaremos camino a casa. Este es un momento impregnado de grandes posibilidades espirituales.

Yom Kipur es un viaje a nuestro interior. Un viaje en el que el objetivo es conocernos, pero no como un mero ejercicio intelectual.

Para comenzar este viaje personal tuvimos  que internarnos  en los espacios mas recónditos de nuestro ser, y ahora ese viaje de 25 horas esta por terminar. 

Seguramente nos pareció una travesía de miles de millas, pero esperamos que ésta nos permita mañana, o sencillamente al salir de la sinagoga después de la Havdala dar un primer paso en la dirección correcta.

En Kipur, nos descalzamos de los zapatos de cuero…nos ponemos en contacto mas directo con la esencia misma  de lo que somos Adama. Adam…

Neila, es poner cerrojos, cerrar portones. En ivrit Neila , es además, calzarse, ponerse los zapatos.

En esta hora de Neilat Shaar – propongámonos   neilat naal para empezar a caminar, y hacerlo a partir de la decisión de no dejar puertas cerradas.

Al comenzar el servicio de Neila, recordemos que al mismo tiempo que se clausuran las puertas, nos ponemos nuevamente los zapatos de cuero, para empezar a caminar, otra vez,  a través del largo pasillo de nuestras vidas, en el que veremos muchas puertas. Animémonos a abrir especialmente aquellas que conducen a la alegría, a la verdad y al compromiso, entremos a través de la puerta de la belleza y la vida en comunidad, pasemos a través de las puertas de la solidaridad, el amor, la entrega, la calidad, la justicia y la paz. 

Si nuestra presencia aquí,   ayer y hoy nos ha hecho más sensibles, más receptivos, más comprometidos y mejores seres humanos, recordemos que las puertas de la Teshuva, están siempre abiertas, preparémonos en este momento de Neilat Shearim a abrir las puertas de las cosas más importantes de la vida.