Dice: Heinz Leymann “En las sociedades de nuestro mundo occidental altamente industrializado, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona puede matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal”
Deberíamos poder leer:
“En las sociedades de nuestro mundo occidental altamente industrializado, el lugar de trabajo constituye el último campo de batalla en el que una persona, o un grupo de personas intenta matar a otra sin ningún riesgo de llegar a ser procesada ante un tribunal”
Ciertamente pueden seguir intentando; pero quienes tenemos ideales y convicciones, un nombre y un prestigio amasado a través de muchos años de formación, de trabajo comprometido, de experiencias acumuladas y sabemos con certeza cuánto valemos, no nos doblegamos.
No nos podrán doblegar ni callar porque tenemos principios, pasión por lo que hacemos y porque en nuestras creencias está inscripta la fortaleza para darle batalla a la injusticia, al ninguneo y a la hipocresía. No podrán doblegarnos, además, porque en los distintos espacios que hemos recorrido hemos conocido «grandes profesionales», «personas de bien» en las que siempre podemos encontrar una mano tendida, que está dispuesta a unirse a la nuestra para ayudarnos a «crear nuevos escenarios posibles».
En los lugares en los que trabajé he conocido personas que disfrutan doblegando, que dicen que para ellos la «gente» es el «capital» mas valioso con que cuenta la organización; pero sólo lo hacen para impresionar. La gente no es para ellos la prioridad. Ellos son su propia prioridad, ellos y las razones «económicas», por eso no pueden visualizar con claridad el «valor agregado» que cada persona le aporta a la organización y reconocerlo como corresponde.
Tambien conocí personas maravillosas que cuando perciben que me estoy doblando, están «al pie del cañón» para extender la mano y ayudarme a erguirme nuevamente. ¡GRACIAS!
Filed under: El lado oscuro de las organizaciones | Tagged: Manos tendidas, Stress laboral |
Seguramente sabés cuánto me identifico con tus palabras, cuánto las comprendo, y valoro que aun haya quien pueda sustraerse a las hegemonías de moda, a los poderes de turno, entendiendo claramente de qué se trata una herencia milenaria que cuidar con conductas responsables, claras y éticas, pensar y obrar eligiendo el bien ,más allá de las tramas perversas que se tejen por doquier. Seguramente lo sabés pero no quiero dejar de decirlo con todas las letras en cada oportunidad que tenga.
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Lo se, lo valoro y lo agradezco.
Creo que lo que no nos mata sólo nos fortalece… tal como dijo Friedrich NIETZSCHE.
En este momento siento que tengo que «tomar fuerza» de la palabra y el apoyo de mi equipo y de quienes como vos, siguen pensando que hay valores por los que vale la pena jugarse.
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